lunes, 13 de febrero de 2012

Otra carta

Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco. Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste -untado con el bálsamo para la tristeza como para morirme- apareces distante, intocable, junto a mí. Me miras como a un niño y se me olvida todoy ya sólo te quiero alegre, dolorosamente. He pensado en la duración de Dios, en la manteca y el azufre de la locura, en todo lo que he podido mirar en mis breves días. Tú eres como la leche del mundo. Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo. ¿Qué puedo darte sino el cielo? Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres -medalla, ojos de Dios, globo de plata, moneda de miel, mujer, gota de aire- pero la luna está en el cielo y sólo es luna, inagotable, milagrosa como tú. Yo quiero llorar a veces furiosamente porque no sé qué, por algo, porque no es posible poseerte, poseer nada, dejar de estar solo. Con la alegría que da hacer un poema, o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla, te aproximas a mí y me construyesen la balanza de tus ojos, en la fórmula mágica de tus manos. Un médico me ha dicho que tengo el corazón de gota -alargado como una gota- y yo lo creo porque me siento como una gruta en que perpetuamente cae, se regenera y cae perpetuamente. Bendita entre todas las mujeres tú, que no estorbas, tú que estás a la mano como el bastón del ciego, como el carro del paralítico. Virgen aún para el que te posee, desconocida siempre para el que te sabe, ¿qué puedo darte sino el infierno? Desde el oleaje de tu pecho en que naufraga lentamente mi rostro, te miro a ti, hacia abajo, hasta la punta de tus pies en que principia el mundo. Piel de mujer te has puesto, suavidad de mujer y húmedos órganos en que penetro dulcemente, estatua derretida, manos derrumbadas con que te toca la fiebre que soy y el caos que soy te preserva. Mi muerte flota sobre ambos y tú me extraes de ella como el agua de un pozo ,agua para la sed de Dios que soy entonces, agua para el incendio de Dios que alimento. Cuando la hora vacía sobrevienesabes pasar tus dedos como un ungüento, posarlos en los ojos emplumados, reír con la yema de tus dedos. ¿Qué puedo darte yo sino la tierra? Sembrado en el estiércol de los días miro crecer mi amor, como los árboles a que nadie ha trepado y cuya sombra seca la hierba, y da fiebre al hombre. Imperfecta, mortal, hija de hombres, verdadera, te ursupo, ya lo sé diariamente, y tu piedad me usa a todas horas y me quieres a mí, y yo soy entonces, como un hijo nuestro largamente deseado. Quisiera hablar de ti a todas horasen un congreso de sordos, enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre. Quiero darte a nadie para que vuelvas a mí sin haberte ido. En los parques, en que hay pájaros y un sol en hojas por el suelo, donde se quiere dulcemente a las solteronas que miran a los niños, te deseo, te sueño. ¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente! (Te invito a comer uvas esta tarde o a tomar café, si llueve, y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche.)


Solo Jaime Sabines tienes las palabras perfectas, para poder decir muchas cosas, yo solo puedo decir que eres como aquella poesia perfecta que pronuncio una y otra vez.


Especialmente para ti: Ruth




martes, 7 de febrero de 2012

sin importar ¿cuándo?

Camino sobre pasoso que no son míos,
errante en un camino jamás andado
vagando sobre los despojos de mi vida;
cerrando los ojos sin sueño
y durmiendo sin soñar nada
cubierto por un cielo nostálgico,
de estrellas apagadas, sin luna.
Hace tiempo, mucho tiempo
que las noches me matan
cada luz se apagaba una a una,
cuando todo parecía derrumbarse a mis pies
esperando cerrar los ojos de manera perpetua
y que mi infierno personal por fin se apagara;
casi como un milagro no pedido
me miro despertando a tu lado
percibiendo la dulce esencia de tu ser,
y mi mundo se rehace a tus pies
contemplando el brillo en tu mirada;
empiezo a olvidar lo que he sido
y el futuro es un segundo después de ti,
mi presente es mucho mejor a tu lado.
Esta flagelada mente no recuerda ¿cuándo?
pero no me importa recordar nada más
no quiero hacer otra cosa que pensar en ti,
llenarme de todo lo que eres
y también de todo lo que no;
cuidar cada uno de tus sueños
esperando un día ser parte de ellos.


Por convicción personal, pero jamás por obligación,
dedicado a Ruth